La sexualidad es una parte integral de la personalidad de todo ser humano. Su desarrollo pleno depende de la satisfacción de necesidades humanas básicas como el deseo de contacto, de intimidad, de placer, de ternura y de amor.
La salud sexual deviene un derecho humano básico, esencial para el bienestar individual, interpersonal y social, y tiene que estar basado en la libertad, la dignidad y la igualdad.
Aunque hay una parte importante de la sexualidad que tiene relación con el cuerpo y el erotismo, y en la que los sentidos son muy importantes, la expresión sexual va más allá de la genitalidad.
No es fácil establecer baremos para medir qué es normal y qué no, pero hace falta entender que el sexo sólo puede ser problemático cuando genera malestar en uno mismo o en otra persona, impide nuestro desarrollo como seres humanos o interfiere negativamente en alguna de las facetas de nuestra vida. Es decir, que la sexualidad es sana siempre que nos aporte bienestar y podamos disfrutarla a nivel físico, psicológico y emocional..
Por las características de los problemas que se tratan en terapia sexual es muy importante poder intervenir cuanto antes mejor con la persona o personas implicadas, ya que cuanto más tiempo pasa entre la aparición del problema y su atención especializada, más difícil puede resultar solucionarlo de forma adecuada.
Recomendamos consultar con un especialista en terapia sexual cuando:
- El sexo no genera placer y sí sufimiento
- No hay patología médica que explique las dificultades o disfunciones sexuales
- Se han recetado fármacos para solucionar el problema sexual y éstos no están funcionando
- Han habido cambios vitales que pueden haber afectado a la sexualidad (las hormonas de la menopausia, tener una nueva pareja, haber tenido un hijo recientemente, etc.)
- La relación sexual no resulta satisfactoria para ninguno de los miembros de la pareja.
- La libido (deseo sexual) ha disminuido notablemente
- Hay dificultades para llegar al orgasmo, y ésto sucede de forma habitual
- Las relaciones son físicamente dolorosas (por ejemplo, dolor con la penetración)
- No se consigue una erección o se pierde rápidamente, y ésto sucede de forma habitua
- No se consigue controlar la eyaculación como se desearía (se eyacula demasiado rápido o demasiado tarde).