Infancia

Los niños pasan por diferentes fases críticas durante su desarrollo y, a menudo, las familias se preguntan si el comportamiento que muestra su hijo/hija ante algunas circunstancias forma parte de lo que se puede considerar normal, o no.

Para hacerlo, es importante, en primer lugar, conocer cuál es el desarrollo esperado para los niños de su grupo de edad, y así, saber si hace falta preocuparnos por los comportamientos y habilidades que muestra. Por ejemplo, las conductas que podrían catalogarse como normales para un niño de 3 años dejarían de serlo para uno de 5.

En segundo lugar, tenemos que tener presente que el desarrollo de un niño está determinado por las características de su sistema nervioso, y que éste no es suficientemente maduro hasta aproximadamente los 7 años. Por lo tanto, antes de esta edad, es normal que el niño tenga dificultades para concentrar su atención durante mucho tiempo, o que no recuerde algunas consignas, o que tenga dificultades para contener y regular su comportamiento cuando está muy excitado.

También se tienen que tener en cuenta las características de personalidad del niño o niña, ya que su comportamiento podría explicarse simplemente porque es más introvertido o más inquieto, y no porque tenga alguna dificultad o trastorno.

Sea cual sea la dificultad observable, el trabajo con las familias y la ayuda en la crianza es esencial. En algunos casos, incluso, será hacia donde se dirija exclusivamente la intervención del especialista, ya que el motivo de consulta podría resolverse estableciendo cambios en las pautas de educación o en las dinámicas familiares.

Recomendamos consultar con un especialista en psicología infantil cuando:

  • Se detecta que hay alguna cosa que no se ajusta a lo que hacen otros niños/as de su edad: por ejemplo, cuando la mayoría ya dominan el lenguaje y el niño/a aún sólo balbucea.
  • Vuelve a mostrar conductas o expresiones que ya había superado en etapas anteriores (regresiones).
  • El niño muestra un cambio repentino que no se puede explicar por ninguna causa externa y se le ve triste, apático o muy irritable.
  • Tiene dificultades para comunicarse y relacionarse con los de su edad, ya sea porque se comporta de manera violenta, o porque es demasiado tímido o simplemente por desinterés.
  • Tiene miedo de estar solo y a menudo tiene dificultades para conciliar el sueño, tiene pesadillas o terrores nocturnos.
  • Muestra comportamientos difíciles de gestionar, no puede regular sus emociones, se comporta de forma impulsiva, busca el límite constantemente y/o se muestra agresivo.
  • Tiene dificultades en el colegio, le cuesta concentrarse, a menudo se aburre o se muestra demasiado movido e intranquilo.
  • Presenta tics, obsesiones o malestares físicos (dolores de cabeza, problemas dermatológicos, vómitos, etc.) que no se explican por una causa médica.
  • Hay sospecha (o conocimiento) que sufre algún tipo de abuso, maltrato o acoso escolar, o bien que lo inflinge.

La importancia de la prevención

No siempre es necesario esperar a que aparezca el problema. En ocasiones se recomiendo consultar cuando se prevé que el niño tenga que afrontar un cambio importante que lo pueda desestabilizar (separación de los padres, la muerte de una persona cercana, etc.)

Coordinación con otros profesionales

Para que el tratamiento psicoterapéutico sea integral, es imprescindible que haya coordinación con los diferentes profesionales que puedan estar atendiendo al niño (con la guardería, con el CDIAP, con el colegio y con el EAP, con psiquiatría, etc.)